jueves, 17 de febrero de 2011

Gracias lectores



Luz de invierno sobre Santander al atardecer
O, mejor, debería hablar en singular y darte las gracias a ti porque contigo este blog ha tenido su único gran éxito. Espero que hayas disfrutado leyendo mis textos o viendo mis imágenes tanto como yo he disfrutado dedicándotelas.

Éste ha sido mi primer blog y me ha gustado. He aprendido cosas nuevas sobre este mundo virtual aún desconocido para mi y también he sentido cosas nuevas al momento de escribir, pensando que tu estabas ahí, leyéndome como quien se mira en un espejo. Aunque no sólo he escrito para ti, también lo hacía para mi -confieso que he mirado con vanidad las estadísticas de seguimiento-, buscando algo más que el álbum de recuerdos de este precioso viaje.

El blog que al inicio sólo era el medio de combinar álbum y diario para recuerdo y para compartir con la familia se fue convirtiendo con el paso de los días en un fin en sí mismo, otro viaje añadido al viaje principal, con sus propios momentos de búsqueda, de recreo, de disfrute y de logro y satisfacción personales.

Ahora que el viaje ha terminado me encuentro en un estado similar al que os contaba al dejar Arequipa. Me ha gustado tanto que prefiero no decir adiós. Otro motivo llegará y yo buscaré el tiempo suficiente para volver a encontrarnos en otro cuaderno de bitácora en el que tal vez yo sea tu lector y tu me muestres un algo de lo que quieras enseñarme.

Empecé este diario con el sol saliendo sobre Santander, en las playas del Sardinero y me gustaría cerrarlo, completando un ciclo, de regreso a Santander, con un sol poniente sobre la bahía para despedirnos. 

Encantado de estar a tu lado. Hasta pronto.


Adios. Hasta siempre

Puedes ver más fotos de este día en el enlace siguiente:
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martes, 15 de febrero de 2011

Regreso a Santander


Todo llega y todo pasa. Nuestro último día en Piura ha llegado. Muy temprano recogemos en el hostal y D. Santiago nos despide con un cariñoso abrazo: "Vuelvan pronto y tráiganme noticias de España". Un último paseo, la última comida, el último mango. Todo sabe a despedida. Adiós Alex, trabaja duro y estudia más duro aún, éste es tu último año de carrera y tenemos que volver para tu graduación. Adiós Andy, suerte y que todo te vaya muy bien ahora que te vas de casa a ganarte tu futuro en la Escuela Militar. Adiós Adier, lo hemos pasado muy bien contigo esta Navidad. Adiós abuelo Neptalí, resiste un año más. Adiós Piura.

Tenemos el vuelo a Lima a las ocho de la tarde. Revisamos las maletas y a las cinco y media nos vamos al aeropuerto. La Suegrita nos acompaña, apurando los momentos de estar juntos. Aún no han abierto el mostrador de facturación de Peruvian Airlines y aprovecho para pesar las maletas: 23 kilos una y 23´600 la otra. ¡No puede ser!, nos pasamos del peso. Antes de tener el más mínimo problema prefiero abrir la maleta con sobrepeso y sacar un bote de champú y una crema solar. "Querida suegra: Toma unos regalos de última hora". Peso de nuevo: 23. Perfecto. Cuando abren el mostrador estamos los primeros. Al facturar nos preguntan si enlazamos con un vuelo internacional. "Sí, volaremos mañana con Iberia a Madrid". "Pues sepan que pueden llevar hasta 40 kilos más". "¿Qué? ¿Y nos lo dicen ahora?". Rápida como liebre la Suegrita nos dice: "Ya no me pidan que les devuelva mi champú".

También nos informan de que nuestro vuelo saldrá con media hora de retraso. Pues tenemos dos horas y media libres y aquí no hacemos nada así que vámonos al Chalán a tomar unos helados y nuestro último jugo de mango. Concertamos precio de ida y vuelta con un taxista del aeropuerto que nos lleva hasta el Chalán de la Plaza de Armas y que allí mismo aguardaría hora y media hasta que decidimos volver. Para hacerle la espera más dulce le llevamos al carro un granizado de mango que agradece muy simpático pues la tarde es calurosa. Merendamos rico helado, paseamos por la plaza, muy concurrida a esta hora y regresamos al aeropuerto. Adiós Rosa Luz, cuídate mucho y no estés triste, ahora te vas a quedar como una reina. Estaremos en contacto todos los días con el messenger.

De noche, todo oscuro, el vuelo es muy aburrido. Llegamos a Lima pasadas las nueve y media. D. Manuel no puede recogernos, se le ha averiado el taxi. Ursula tuvo que sacar de la cama a Daniel. Pobre Daniel, había pasado la tarde alternando con sus compañeros y apenas había dormido una hora cuando le hicimos poner el piloto automático para recogernos en el aeropuerto y llevarnos al Gran Bolívar. Muchas gracias Ursula por traernos nuestro certificado con la apostilla de La Haya. Mira, nosotros te traemos chifles piuranos, los mejores. Y vaya si estaban buenos los chifles, desaparecieron en el trayecto al hotel. Teníamos planeado cenar juntos y despedirnos de Alexis pero es muy tarde, Chorrillos queda lejos, luego habría que traernos de nuevo y Daniel está muy cansado. Es mejor dejarlo para otra ocasión. Adiós Alexis, tú también has de estudiar duro, ahora es tu turno para preparar el acceso a la universidad. Adiós Daniel, muchas gracias por todas las atenciones que has tenido con nosotros y perdónanos por quitarte tu descanso. Adiós Ursula, que tengas un lindo embarazo, nosotros también te queremos mucho. Besos para Danielito y Danielita. Que no nos olviden si tardamos en volver.

La vigilancia policial en el Centro Histórico de Lima se retira a las diez así que cenamos junto al hotel un pollo a la brasa con incakola y nos vamos a dormir. Esta vez nos han hecho caso y nos dan una buena habitación, bonita, limpia y tranquila. Una música suave, muy tenue, llega como eco lejano, ¿de dónde sale?, busco y busco hasta dar con la fuente, viene de la propia mesita de noche. Que original, me gusta pero la apago y dormimos de un tirón hasta las siete.


La mesita de caoba tiene su propia radio


Por la mañana viene D. Manuel a vernos al hotel. Lamentablemente no ha podido reparar el radiador del carro. Nos trae un paquete con regalos de Navidad para entregarle a Marco en España. Adiós D. Manuel, dele nuestros recuerdos a la Sra. Zoila. Por cierto, ¿sabe lo que nos cobra el taxi del hotel al aeropuerto?, 40 soles, bueno, 35 regateando. Más del doble de lo que le pagamos a usted. Eso si, el carro es de primera, todo hay que decirlo. De camino al aeropuerto vemos a la policía de tránsito que está poniendo una papeleta (multa) a un conductor y nuestro taxista comenta irónico: "Ahora tienen que sacar para el panetón".

Once y media de la mañana. Nuestro avión nos va enseñando cómo la gran Lima se va quedando chiquita. Adiós Lima. Adiós Perú. Ahora nos toca sufrir la clase turista, nada que ver con el vuelo que nos trajo a Lima. Poco espacio, mucho ruido, comida pobre. Nueva comprobación experimental de la teoría de la relatividad: El tiempo no transcurre igual para un pasajero que se desplaza en business o para el que se desplaza en turista, los minutos del turista son de unos 75 segundos. Así que al llegar al destino los turistas somos un 25 % más viejos que los business. Más viejos y más deteriorados. ¡Qué le vamos a hacer!. Paciencia.

A las pocas horas de vuelo el día despejado nos permite ver el espectáculo inmenso de la Amazonía brasileña. El río Amazonas se retuerce antes de llegar a Manaos. Completamente plano, de color arcilloso, se curva y revuelve más que una serpiente y en algunos meandros refleja el cielo y las nubes como un espejo. Precioso.


Ahí abajo, meandros del  Amazonas

Y si lo bueno se pasa, también se pasa lo malo. Tras once horas de malestar, malcomer y maldormir llegamos a Madrid, a las siete y media de la mañana hora española. Muy buena hora. Control de pasaportes, desplazamientos y tren bajo la pista para cambiar del terminal satélite al T4. Todo sin novedad. A las once y media tenemos vuelo para Santander y antes de las doce y media estamos en Parayas, en donde ya nos espera Raquel para llevarnos a casa. Muchas gracias Raquel, no sabes la alegría que nos da verte.

Hola casa. Ya estamos de vuelta.

Podéis ver más fotos de este día pinchando en siguiente enlace:



sábado, 29 de enero de 2011

Ya es Nochebuena


Yo lo intento, de verdad que lo intento. Si la costumbre es cenar a las doce pues me espero hasta las doce. Pero la barriga ya me está haciendo gorgoritos desde las nueve. He merendado dos veces, he salido a pasear, he hecho el crucigrama y nada, que el reloj no quiere avanzar. Mi suegra querida lo tiene todo listo. ¿Por qué esperar a que se enfríe el pavo?.


Y ahí está ella, tan rícamente sentada, viéndome sufrir

Pues si la montaña no viene a Mahoma... me acerco disimuladamente al reloj del salón y... ¡zas!, con media hora será suficiente. ¡Ya!. ¡Ya van a dar las doce!. ¡Andy, Adier!. ¡Vamos a poner la mesa!. Rápidamente Adier se encarga de colocar al Niño en su cunita. 


El rito está cumplido. ¡A cenar!


Pero alguien mira extrañado el reloj y me delata. Bromas y risas mas todo el mecanismo ya está activado y la cuenta regresiva no se detiene gracias a la benevolencia de mi suegrita que con mucha alegría accede a servirnos el pavo.


Nochebuena de 2010 en Piura. La familia se va quedando chiquita

Una cena muy agradable, con todos los elementos que envuelven estas fiestas. La alegría de la reunión con los que llegamos de fuera, la nostalgia de los que salieron a otros hogares y la emoción y el bullicio por abrir los regalos de Navidad. Todos recibimos muchos regalos pero creo que uno de ellos causó una particular emoción, tal vez acumulada durante años de paciente espera. Yo, que no soy aficionado al fútbol, no soy capaz de entenderlo en toda su dimensión y por ello tampoco voy a ser capaz de contarlo. Así que será mejor que os muestre la foto.


Alex con la camiseta de sus sueños


Ursula, desde Lima, envió preciosos regalos para todos. Yo abría extrañado el mío, sin comprender bien, hasta ver que Luz abría otro similar. Entonces entendí de golpe el mensaje de Ursula y me dio un ataque de risa que no pude contener hasta sentir dolor en las costillas. ¡Amor, ya tenemos la parejita!.


¡ Muchas gracias Ursula !

Cadetes del Ejército del Perú con uniformes de gala de invierno y de verano

Bailamos, reímos, celebramos, brindamos con crema de chirimoya y no faltó el tierno combate de llamadas telefónicas. A través de los celulares (móviles) llegaron los ausentes más queridos: Ursula y Daniel, Tatiana y Tico, Tony y también Alexis que se había ido a Lima dos días antes. La noche se estiró feliz, como en tantas casas, hasta que los cuerpos se fueron quedando pegados a los sofás.

Buenas noches. Hasta mañana. Feliz Navidad.

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domingo, 23 de enero de 2011

Navidades en verano


A los piuranos les llaman mucho la atención, por lo exóticas que les resultan, las imágenes típicas de la Navidad con la nieve blanca, las chimeneas encendidas, trineos, un Papá Noel bien abrigado, niños cantando con sus bufandas y sus gorritos de lana y toda la parafernalia que el cine y la publicidad desde Estados Unidos y Europa han difundido por todo el Mundo. 

Aquí todo es igual pero distinto si tan solo cambiamos la nieve por la arena del desierto y los abrigos y bufandas por las bermudas y sombreros. Por supuesto la Navidad es cristiana y ésta es la religión mayoritaria en Perú. Además estamos en América, tierra de Papá Noel. Pero aquí todas las costumbres son bien recibidas y muchas proceden de lugares bien diferentes, en Navidad se cena pavo asado como en Estados Unidos, se desayuna con panetón (panettone) como en Italia, se arman preciosos belenes como en España, se adornan las ventanas con lucecitas chinas como en todas partes y todo coexiste con mucha naturalidad. También hay algunas costumbres típicamente peruanas como es la de cenar, en Nochebuena, después de la medianoche y después de colocar al Niño en su pesebre que, hasta entonces, ha permanecido vacío. La razón es muy simple, el Niño no se coloca hasta su nacimiento el día de Navidad y, a partir de ahí, adquiere sentido la celebración. Costumbre tan generalizada que ha terminado desplazando, desde hace bastantes años, a la tradicional misa del gallo que hubo de adelantarse a las diez de la noche.

La mayor diferencia con nuestra Navidad es que aquí en diciembre es verano, hace bastante calor y todo invita a la playa, a la piscina o a celebrar en la calle en vez de reunirse en casa al amor de la lumbre. Por ello la Nochevieja es para celebrar fuera, la playa se llena de gente esa noche y muchos vecinos se reúnen para cenar en el parque o en la misma calle. Existe una tradición graciosa para aquellos que desean viajar, consiste en salir justo tras las campanadas con una maleta a dar la vuelta a la cuadra (manzana). Cuanto más largo sea el recorrido que hagamos o cuanto mayor sea la maleta que portemos, tanto más lejos llegaremos en nuestro futuro viaje del nuevo año.

Así que hoy nos vamos a la piscina y a pasar el día comiendo pollito asado con papas fritas. A unos seis kilómetros de Piura, poco antes de Catacaos, está el restaurante El Mirador, con piscinas, karts, caballos (más bien rocines), un minizoo de gallinas y una extensa pradera de recreo. Primero recogemos a nuestra nueva sobrina Dafne Suhey, luego a Braythom y todos juntos, con las chanclas, la crema solar, los trajes de baño, los gorritos y las pelotas salimos a disfrutar el día. En la esquina de la calle encontramos dos taxistas ociosos arreglando el mundo y rápidamente convenimos el precio y llenamos los dos ticos. El tico es otro de los medios de transporte característicos de Piura, una especie de minitaxi, casi siempre de color amarillo que por veinte soles en total (unos cinco euros) nos llevan a todos hasta El Mirador.


Luz y Dafne Suhey comiendo chifles


Un sitio muy familiar con parque infantil y mucho espacio de entretenimiento. La entrada cuesta 10 soles por persona adulta que se deducen luego del precio de la comida. Rápidamente conquistamos una gran mesa a la sombra en primera línea y los muchachos salen disparados a la piscina. Alexis quiere darnos una exhibición de lo bien que ha aprendido a nadar en muy poco tiempo. Aún recuerdo que casi se nos ahoga en la piscina infantil del Río Verde hace cuatro años. Pero de entonces a hoy se ha convertido en un atleta.




Pero Alexis no es el único que ha aprendido a nadar. También Andy, quien hace dos meses no sabía ni flotar, se está preparando para ingresar en la Escuela Militar del Ejército y, en tan solo un mes, ha sido capaz de aprender a hacerlo y con estilo, como un campeón.




Después de las exhibiciones acuáticas todos estamos hambrientos y no le ponemos ninguna pega al menú: Un cebichito de entrada y un cuarto de pollo asado por cabeza, con ensalada y patatas fritas. Cerveza para los mayores e incakola para los deportistas y los niños.


Pollito asado con incakola en el Mirador

Pasamos un día muy divertido. Después de comer charlamos, jugamos al balón, visitamos el minizoo, paseamos en el tren infantil y montamos en kart.


Adier preparando el rally Argentina - Chile

De regreso a Piura voy retratando el paisaje desde el tico. La carretera discurre por la vega del río Piura con un monocultivo de arroz del que se trabajan dos campañas al año, la grande que va de enero a julio y que con suerte puede tener agua de lluvia y la chica, de agosto a diciembre, periodo en el que no llueve nada. Este monocultivo está salinizando muchas tierras del norte del Perú. Aquí llueve muy poco y los arrozales se anegan con aguas muy duras del rio que al evaporarse van dejando más y más sal en la tierra. Todos saben que el arroz no es un cultivo adecuado pero es lo que les da dinero más rápido.


Arrozales en las vegas del Piura

Llegando a Piura



Hasta aquí no se ve el ambiente navideño por ningún lado. Ya os lo decía, hay que cambiar la nieve por la arena. Pero al anochecer las cosas cambian y en las ventanas se encienden las lucecitas de colores, en los centros comerciales suenan villancicos, los ticos se adornan con luces de neón y hasta alguna mototaxi cubierta por entero de bombillitas circula haciendo las veces de árbol navideño ambulante. Lástima no haber podido fotografiarlo pues aparecen por sorpresa y pasan de largo como cometas.

En Piura se celebraba un concurso municipal para engalanar las casas con adornos navideños. En los últimos años no se ha convocado por falta de presupuesto pero algún vecino continúa decorando su casa dispuesto siempre a ganar su personal primer premio o simplemente por mantener una tradición que atrae admiradores desde muy muy lejos. Ya veréis, ésto si que es decorar la casa:




Podéis ver más fotos de este día con el siguiente enlace:

domingo, 16 de enero de 2011

Buenos días Piura



Son las seis y media y ya salió el sol, el día está claro y la temperatura es muy agradable. Por la ventana se escucha el piar raro de algunos pájaros, de entre los que solo reconozco al chilalo. Si me dais tiempo para arreglarme, hoy quiero llevaros a dar un paseo por Piura.

Podemos ir a desayunar al Chalán que está en el centro, en la misma Plaza de Armas. Para llegar allá tomaremos una mototaxi y luego caminaremos unos minutos. La mototaxi es el medio de transporte más popular de Piura, básicamente es un triciclo propulsado por una moto de pequeña cilindrada, con un asiento trasero en el que pueden viajar dos o tres personas. Hay miles de ellas por todas las calles y son muy baratas, una carrera de dos o tres kilómetros cuesta 2 soles o menos (unos 50 céntimos de euro). Siempre hay que regatear un poquito, sobre todo cuando nos ven pinta de gringo (extranjero). Pero es fácil calcular los precios y parar al mototaxista ofreciendo directamente: "Sol cincuenta a Canal 2". Como son algo ruidosas tienen prohibido acceder al centro por lo que nuestra mototaxi nos dejará antes del Óvalo Grau y desde ahí caminaremos un poquito.



Hemos recorrido media Avenida Grau, hasta el óvalo del mismo nombre, el del almirante Miguel Grau, héroe de la guerra del Pacífico, contra Chile, en la que Perú perdió Arica y Bolivia se quedó sin salida al mar. Ahora vamos caminando por la misma Grau hasta la Plaza de Armas, presidida por la Catedral de Piura.


Y ya estamos aquí, en El Chalán. Nosotros vamos a desayunar un sandwichito de pavo con sarsa (la sarsa criolla es cebolla roja cortada en juliana y aliñada con cilantro, sal y limón), juguito de papaya, café con leche y Alexis quiere una cremolada (granizado) de guanábana, mmm, rica, rica. La guanábana es una fruta muy parecida a la chirimoya pero de mayor tamaño y no tan dulce que se usa mucho para postres lácteos.

Una rica guanábana


Piura es una ciudad grande, extensa, con más de 288.000 habitantes y creciendo. La mayoría de sus edificios son bajos, de dos o tres alturas, lo que la hace abierta, despejada y soleada. Y también calurosa y polvorienta. La hostelería y el comercio son su principal motor económico. En estos días se inauguran tres grandes superficies y hay otras dos en construcción. Sin embargo, en esta visita, la encontramos un poco sucia y destartalada. Al parecer en los últimos meses el Consejo Municipal ha tenido serios problemas de desgobierno y los servicios y obras municipales están abandonados.

La ciudad tiene muchos parques y las calles mucho arbolado. Algarrobos, ficus, poncianas (flamboyanes) y pipas son los más frecuentes pero también hay tamarindos, mangos, adelfas, almendros y matacojudos. Este último es el nombre vulgar de la kigelia pinnata y hace referencia al tamaño de sus frutos, unas gigantescas morcillas que al caer de maduras podrían hacer daño a los cojudos (gilipollas) que pillen debajo.

Flor y fruto del matacojudos

Continuamos el paseo mirando los diferentes árboles que encontramos por el camino.

Las poncianas empiezan a florecer en diciembre

A la izquierda tenemos un mango lleno de fruta

El árbol más característico de Piura es el algarrobo


El algarrobo es el árbol más extendido de todo el norte del Perú. De sus algarrobas se obtiene uno de los productos típicos piuranos, la algarrobina, un jarabe con gusto a dulce quemado, espeso como la miel y que se usa en repostería y coctelería.

Así regresamos a casa, en Las Mercedes, una urbanización típica desarrollada alrededor de un parque, en el que Alexis nos invita a verle tapar unos tiros (defender la portería). Y vamos con él con mucho gusto pues es el mejor arquero juvenil de Piura, campeón por dos años del torneo escolar. Con Alexis están Andy y Hugo "el Poronguito".



Pues con tanto ejercicio nos han entrado ganas de algo fresco, jugoso y dulce. Algo como un juguito de papaya o un mango bien helado. Aquí cuando pides algo así en la cafetería te preguntan ¿helado o sin helar? (¿frío o del tiempo?) y, claro, con este calor ¿cómo va a ser?: Helado, helado, por favor. También hay que diferenciar los zumos de los jugos pues éstos últimos se sacan licuando las frutas que no tienen zumo. Bien, pues para conseguir buena fruta no hace falta ir muy lejos, te la traen a la puerta de casa.


¡Uf! A esta hora el calor aprieta y lo mejor es descansar unas horas hasta que baje el Sol. Regresamos al Hostal Santa Clara en donde D. Santiago nos espera con otra simpática sorpresa. Nos presenta a Frivio, un "negrito fino", en parte responsable de los extraños cantos de pájaros que nos despertaban esta mañana.



Bueno, por hoy es mejor descansar un poco. Espero que os haya gustado esta pequeña mirada a Piura.

Podéis ver más fotos de este día en:
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lunes, 10 de enero de 2011

Adiós Arequipa. Hola Piura



Hemos disfrutado tanto y hemos visto aquí tantas cosas nuevas que no podemos despedirnos de Arequipa. Preferimos pensar en un hasta pronto y soñar que algún día volveremos. De nuevo tenemos todo el equipaje preparado a primera hora pero hoy no hay prisa por ir al aeropuerto, aún tenemos tiempo y podemos dar un último vistazo a la ciudad. Así que, después de desayunar, subimos al Puente de Fierro.

Desde el puente tomamos una vista en redondo de Arequipa, a la que llaman la ciudad blanca pensando en el color claro del sillar, la piedra volcánica con que están construidos sus edificios coloniales. Pero la realidad de ese calificativo no está en la piedra si no en su origen. Arequipa fue levantada por los españoles en un emplazamiento nuevo, aquí no existía antes ningún asentamiento indígena por lo que desde su origen fue una ciudad "de blancos". Pero tampoco es un error verla hoy como una ciudad clara, llena de luz, limpia y blanca.


Llegados al aeropuerto y una vez facturadas las maletas, me llamó la atención la claridad con que se ven desde aquí los volcanes. No lo pensé dos veces, vi una puerta abierta y salí a la pista de aterrizaje para hacer unas fotos. Un empleado me llamó la atención: "¡Señor, señor, no puede estar aquí!, mire que me juego el puesto". Y, en ademán de volver a entrar, le expliqué: "Es que hoy se ve el Misti mejor que nunca", a lo que, sonriente y orgulloso de su volcán, me invitó a tomar más fotos, eso si, acompañándome como medida de seguridad.

La Chachani (nevado), el Misticito (ni se ve) y el Misti (a la derecha)

Aquí el Misti es masculino - siempre está erguido- y la Chachani es femenina pues es de mayor tamaño, tiene varios cráteres y sus cuatro cimas tenían nieves perpetuas que eran el velo blanco de la novia. También tienen su leyenda de amor y entre ellos surge un minúsculo cerro con la forma cónica del Misti, es el Misticito, el hijo de ambos. Digo que tenían nieves perpetuas por que ya no sobreviven al verano por causa del calentamiento global. En 2008 la Chachani perdió los últimos restos glaciares, algo que ya había ocurrido un año antes en las cimas del Misti y del Pichu Picchu.

El vuelo salió puntual y el viaje de regreso a Lima, con nueva escala en Cusco, estuvo entretenido, llegando a Lima antes de la hora prevista. La compañía Star Perú nos había asegurado que no íbamos a tener ningún problema con el enlace en Lima para el vuelo de Peruvian a Piura. Ellos mismos se harían cargo de nuestros equipajes y de trasladarnos directamente a la sala de embarque sin necesidad de pasar de nuevo por los trámites aeroportuarios y así agilizar el transbordo. Para ello nos habían dado ya en Arequipa las tarjetas de embarque de ambos vuelos y los voucheres (resguardos) del equipaje para su recogida en Piura. Nos mintieron descaradamente. Nadie nos esperaba en Lima para acompañarnos a la sala de embarque y, de casualidad, vimos salir nuestras maletas por la cinta  de recogida. Nuevo cabreo, nueva reclamación y ningún resultado.  Tuvimos que coger las maletas e ir corriendo al mostrador de facturación de Peruvian Airlines, entregando los equipajes por los pelos, gracias a que, a su vez, llevaban también algo de retraso y pagando nuevamente las tasas aeroportuarias en Lima. En Perú las tasas de salida de los aeropuertos no van incluidas en el precio de los billetes, las abona cada viajero antes de embarcar. Los responsables de Star Perú son en realidad unos irresponsables y unos mentirosos. En fin, ya es mejor dejarlo pasar.

Nuevos controles de embarque y nuevo vuelo. Esta vez con Peruvian Airlines, una compañía de la que se habla muy bien en los foros de internet pero que no tiene muy buen aspecto. Nuestro avión parecía un poquito viejo y falto de mantenimiento. No pude evitar pensar que si lo que está a la vista no luce muy bien, qué será de lo que no se ve. Los asientos están algo apretados, las tapicerías deterioradas y alguna tobera de aire estaba rota y taponada con servilletas de papel. Las atenciones a bordo son similares a las de Star Perú, el menú es igual y lo entregan en una cajita con el mismo formato de la que solo cambia el logotipo. Parece que ambas compañías compartieran algunos servicios. De hecho, los billetes electrónicos nos habían sido remitidos por la misma empresa comercializadora


El vuelo hacia el norte seguía la línea de la costa peruana. El sol que se había puesto poco antes del despegue volvió a salir por el mismo mar al tomar altura. Bajo nosotros había algunas nubes negras y, entre éstas y el mar, el sol que les daba un color rojo fuego haciéndonos el efecto de estar sobrevolando un mar de lava. Lentamente se fue oscureciendo y la noche apagó nuestra ventanilla como quien apaga la tele.

Sobre las ocho y media sobrevolábamos Piura, un gran conjunto de luces anaranjadas en medio de la oscuridad del desierto. Nada nos resultaba familiar pero algo por dentro nos tranquilizaba. Ya estábamos en casa.

El aire de la noche estaba caliente, nuestras maletas salieron sin novedad y el taxista nos aguardaba a la puerta. Teníamos muchas ganas de dejar las cosas en el hostal y llegar a dar la sorpresa en casa. Por la ventanilla del taxi empezaban a aparecer sitios conocidos, Castilla, el Puente Bolognesi, la Avenida Grau, el Chilcal y finalmente el Hostal Santa Clara. D. Santiago salió a la puerta a darnos la bienvenida con abrazos como los viejos amigos encantados de reencontrarse, estaba deseoso de conocer novedades de España. Nos había reservado la misma habitación de otros años. Subimos a dejar los equipajes y asearnos un poco para salir enseguida. A la puerta nos aguardaba D. Santiago buscando conversación pero nosotros teníamos otro plan más urgente. Nerviosos, cansados, excitados, contentos, ilusionados, íbamos camino de Las Mercedes imaginando las caras de sorpresa cuando nos vieran aparecer.



Llegados a la casa tocamos el timbre escondiéndonos como niños, una, dos, tres veces. Casi somos nosotros los sorprendidos. Sólo Alexis estaba en casa haciendo limpieza y cuidando del abuelo Neptalí. La alegría de vernos le compensó del mosqueo con que salía a abrir la puerta sin ver a nadie. Al parecer todos los demás habían ido a una charla de preparación del bautizo de Andy y de Adier, otra gran sorpresa para nosotros.

Alexis telefoneó a su mamá diciéndole que era importante que regresara cuanto antes a casa con la excusa de que había llegado un amigo a verle y tenían que hacer urgentemente un trabajo escolar. La suegrita no estaba muy convencida pero atendió a la llamada y regresaron. Al sentirles entrar nos escondimos. Andy llegó hasta la cocina pasando por nuestro lado sin darse cuenta. De repente aparecimos y se desataron los gritos, el desconcierto, las risas, los abrazos, las emociones y las lágrimas. En estos momentos no se puede ser reportero y parte, así que sólo fui parte. Los besos se atropellaban con las palabras, las lágrimas no eran tristes y del ahogo se pasaba a la euforia y de nuevo al abrazo que poco a poco fue dejando sitio a la complacencia y a las frases más calmadas que contaban las anécdotas del viaje, de las sorpresas, de la propia situación y... de la maleta roja.

Porque no he hablado de la maleta roja pero a los de Piura les mantuvo en vilo durante días. Una de nuestras maletas, la más pesada, vino a Perú cargada de regalos y en Lima se la dejamos a Ursula para que la enviara a Piura con un capitán que viajaba antes de la Navidad. El caso es que nuestras noticias llegaron a Piura antes que nosotros y para disimular y no romper la sorpresa, después de un cúmulo de malentendidos, Ursula envió la maleta a Piura días antes de nuestra llegada, pero sin la llave que guardábamos nosotros. Ellos creyeron que la misteriosa maleta roja contenía regalos de Navidad que enviábamos desde España al no poder viajar nosotros personalmente y, claro, lo primero que le reclamaron a Ursula fue la llave. Ella les daba largas diciendo que se había olvidado y que la enviaría como pudiera pero la llave no llegaba y la curiosidad les impacientaba de modo que no sé cómo fueron capaces de contenerse esos días sin forzarla. Todos demostraron ser buenos chicos y allí estaba la maleta sana y salva con todo su misterioso contenido esperando a que nosotros lo fuéramos repartiendo en bonitos regalos que colocar bajo el árbol de esta Navidad de 2010.

Y así, conversando y riendo, se nos hizo tarde. Buenas noches. Ya estamos en Piura. Mañana nos vemos.


Hay más fotos de este día en la siguiente dirección:
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miércoles, 5 de enero de 2011

El Monasterio de Santa Catalina


Dedicamos nuestro último día en Arequipa a visitar otro lugar muy especial y diferente, el Monasterio de Santa Catalina de Siena, monasterio de monjas de clausura cuyos primeros muros datan del siglo XVI que ha sufrido terremotos, erupciones volcánicas y guerras pero que ha sido reiteradamente reconstruido hasta que en 1970 fue rehabilitado para su explotación como lugar de interés turístico.


El monasterio abre al público no muy temprano por la mañana, a las 9, y la entrada cuesta 35 soles, unos 9 euros. Puede visitarse tranquilamente y hasta pasar el día entero recorriendo sus calles, claustros, celdas, aposentos, cocinas o su pinacoteca y apreciando los cientos de detalles y curiosidades que allí se pueden encontrar. Porque no es sólo un monasterio, en su recinto encierra una ciudadela con casas, calles y plazas. Sus calles tienen nombre de ciudades españolas como Granada, Sevilla o Toledo y todo ello tiene un aire muy andaluz, bañado de sol y adornado de flores.

Está construido con la piedra volcánica típica de Arequipa, piedra blanquecina que llaman sillar por confusión entre el material y la obra, en estilo colonial pero con el colorido indígena alegre y llamativo. Al parecer el monasterio original sufrió graves daños en el terremoto de Arequipa de 1582 y, sin medios para su reconstrucción, los familiares de las monjas costearon individualmente la construcción de las casas privadas que dieron origen a la ciudadela. Los terremotos de 1958 y 1960 provocaron el abandono de la ciudadela, trasladándose las monjas a un nuevo edificio en el solar que ocupaba la huerta, lo que permitió su restauración y apertura al público diez años más tarde. El Monasterio de Santa Catalina forma parte del Centro Histórico de Arequipa, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en el año 2000.


Claustro mayor

Comenzamos la visita accediendo al recinto por el Patio del Silencio y la primera curiosidad que encontramos es el locutorio o estancia para las visitas de los familiares a las novicias. Éstas, antes de hacer sus votos, aún podían ver a sus padres o hermanos desde un pasillo con ventanas cerradas con doble reja.




Desde el principio todo nos resulta sorprendentemente bello. El Claustro de los Naranjos, el Claustro Mayor y enseguida las primeras casas. Éstas eran viviendas privadas con el nombre de la monja titular en la  fachada y sobre las que están documentadas ventas de propiedad de unas monjas a otras.


Casa de la Madre María Gonzales

Algunas de las monjas tenían un cometido especial dentro de la comunidad, una se ocupaba de la música, otra de la salud, otra de la panadería o de los bordados y así encontramos en las diferentes casas diferentes enseres especializados según la actividad de su dueña. Imagino que el mobiliario y los enseres de cada casa eran también propiedad de su dueña porque se ve diferencia de nivel social de unas a otras. El mobiliario de la abadesa y el de la monja encargada de la música son de mucha mejor calidad que el resto. También tenía buenos enseres la Madre María Gonzales quien debía ocuparse de la botica y la enfermería pues en su casa vemos vitrinas empotradas con sus productos químicos y una curiosa silla de ruedas del siglo XIX. Hay un mueble singular que marcaba bien estas diferencias de poderío entre unas monjas y otras, por ahí, entre las fotos adicionales que no pongo en el blog, podéis observar dos retretes bien diferentes.

Escaleras que conducen a la azotea, hoy derruida

Acceso a la ciudadela

Celda de la monja encargada de la música

Recuerdo que en el colegio había un armonio igualito que el que se ve al fondo de la celda de la monja encargada de la música. Alguna vez de niño conseguí hacerlo sonar "pedaleando" en sus fuelles.

Filtro de piedra volcánica para el agua


Una de las cosas más espectaculares de las casas son las cocinas. Casi todas las viviendas tienen su cocina particular además de la gran cocina principal del monasterio. Entrar en ellas es como hacerlo en un cuento de la Edad Media. Hornos, fogones, cacharros y artilugios muy curiosos como unos grandes conos de piedra volcánica porosa que servían para potabilizar el agua por filtrado.


El paseo, muy agradable y lleno de sorpresas, nos lleva de una casa a otra, siguiendo siempre nuestra izquierda para no perdernos en el recorrido, del Claustro de los Naranjos al Claustro Mayor, de la calle Toledo a la calle Sevilla, de la casa de la monja boticaria a la casa de la abadesa, encontrando muebles para amasar pan, piedras para moler grano, máquinas de coser, grandes pinzas para grabar las hostias de la consagración, preciosas piezas de vajilla o túnicas bordadas.

Calle Burgos

Patio de la lavandería

Así hasta el jardín y a su lado la lavandería, una instalación al aire libre, de grandes cántaras de barro cocido cortadas en su mitad y unidas por una conducción de agua que permite llenarlas a voluntad.

La lavandería

O la monumental cocina principal, bien ennegrecida por siglos de fuegos y humos, en la que se pueden ver el pozo, una colosal chimenea, hogares, filtros de agua, docenas de cacharros, una balanza, mesas y trastos, todo ello formando un sorprendente conjunto del que no sabría decir si era horrible o hermoso pues posiblemente sea las dos cosas a una vez. Otro escenario de película.

Pozo de agua en la cocina principal

Chimenea de la cocina principal

La imagen que veis de esta chimenea está hecha a partir de tres fotos tomadas con diferente ángulo, la primera en horizontal, la segunda mirando un poquito hacia arriba y la tercera casi en vertical. Por eso, al coserlas, la chimenea toma esa curvatura "en fuga" pero no es más que un efecto óptico, la chimenea original es perfectamente vertical.



También esta imagen de la cocina principal está hecha a partir de tres fotos unidas. La he puesto en tamaño original y para verla entera tendréis que desplazar la barra horizontal pero es tan espectacular que merece la pena dejarla así para apreciar cada uno de sus rincones y de sus cacharros.

Pasamos toda la mañana visitando este monasterio, la ciudadela, la pinacoteca, la iglesia y el coro, en el que por entonces estaban trabajando en la restauración de los frescos. Y aún volveríamos por la tarde pues dentro funciona una tienda de artesanía y dulces de las monjas en la que encontramos gran cantidad de cerámicas y cosas bonitas de recuerdo y para regalar. Salimos ya avanzada la tarde para comer allí cerca unos riquísimos spaghetti al pesto con inkacola y regresar con dinerito fresco para comprar algunos regalos que ya teníamos vistos.


Por hoy ya me canso de escribir pero hay muchas más cosas que ver de este día en la siguiente dirección:
http://picasaweb.google.com/CerecedaAtarama/14?authkey=Gv1sRgCL2iyqjI7ZDAogE#

martes, 4 de enero de 2011

Me agarró el soroche




A medianoche empezó a dolerme la cabeza. No dormí bien. Antes de que pasaran a llamarnos por las habitaciones ya estábamos levantados y ni siquiera la ducha me había podido despejar. Bajamos los primeros a desayunar y pedimos paracetamol, aspirina o cualquier cosa que tuvieran para el dolor. Estaba muy claro, me agarró el soroche, me había dado el mal de altura debido a la falta de oxígeno pero no se atrevían a darme nada si antes no me veía un médico. El dolor era muy fuerte, no pude desayunar, apenas un mate de coca. la cabeza me estallaba. Finalmente la recepcionista se decidió a ofrecerme un poco de oxígeno y observar si reaccionaba bien.  Sacó la botella, haciendo burbujear el oxígeno en agua y me coloco la mascarilla bajo la nariz. Aquello funcionó de maravilla, en dos minutos me sentí aliviado y, comprobando que recuperaba el color, decidió dejármelo puesto hasta diez minutos. Muchas gracias, desde aquí, a Leny Guzmán por su profesionalidad y gentileza que me permitió disfrutar el resto del día de las maravillas de este rincón de los Andes.

A las seis de la mañana, ya recuperado, nos recogía nuestra combi en el hotel para proseguir nuestro tour. Antes de adentrarnos en el cañón visitamos Yanque, localidad de origen collagua que también tuvo su importancia en la época española, de la que conserva una bonita Plaza de Armas y una iglesia barroca mestiza. También aquí celebraban aún las fiestas de la Inmaculada pero tan solo quedaban niños bailando en la plaza


Niños y niñas con traje collagua

El pueblo collagua fue el artífice de las colosales andenerías realizadas por toda la parte oriental del valle del Colca. Aquí el agua es abundante pero en estas laderas tan escarpadas se escurre veloz hacia el río, dejando a su paso la piedra desnuda y estéril. Desde hace más de 1.200 años este pueblo aprendió a retener el suelo fértil y la humedad necesarios para sus cultivos de maíz, quinua y papa, aterrazando las laderas de la montaña. De esta forma consiguieron producir más alimentos que podían ser almacenados en previsión de años de malas cosechas principalmente debidos a desastres naturales como terremotos, erupciones volcánicas o las lluvias torrenciales del Niño. La sobreproducción de alimentos se almacenaba en grandes depósitos denominados colcas en lengua aymara o tambos en quechua. De aquí el nombre del río y de todo el valle.


Andenerías de cultivos en el valle del Colca


El material con que están construidas estas primitivas terrazas es el propio de la zona, la andesita, una roca ígnea que no ofrece mucha resistencia cuando hay exceso de agua, lo que ocurre cuando llega el Niño, produciéndose corrimientos y desmoronamiento de las terrazas. Cuando llegaron los Incas aprendieron de los Collagua la construcción de andenes y aún los mejoraron, como puede verse en las zonas de Cuzco y Puno, mediante el empleo de granito que aportaba más solidez y de piedra pómez que les confería una adecuada permeabilidad sin desmoronarse. Parece ser que este tipo de colaboración cultural con los pueblos de su entorno fue la base de la rápida expansión del Imperio Inca.

Proseguimos nuestro camino adentrándonos en el cañón para detenernos unos minutos frente a una colosal pared, de muy difícil acceso, en la que Peter nos hace descubrir unos enterramientos preincaicos entre los que destaca uno teñido de rojo que debió corresponder a un jefe collagua.

Enterramiento de un cacique collagua


Pero no podemos detenernos por más tiempo, es necesario llegar al mirador de la Cruz del Cóndor antes de que empiece a calentar el sol. Como todos los buitres, el cóndor es especialista en aprovechar las corrientes térmicas para ganar altura sin esfuerzo y dominar un enorme territorio donde busca su alimento. Y es en la zona más angosta del cañón donde vamos a encontrar el lugar ideal para observarlo. Allí confluyen la altitud, la proximidad y la corriente térmica. Y ahora también nosotros los turistas a los que el cóndor parece irse acostumbrando pues el guía nos asegura que la afluencia de autobuses, combis, carros particulares y turistas a este punto, diariamente y por cientos, no parece haber alterado el comportamiento del ave que sigue acudiendo todas las mañanas puntualmente a su cita.

Nos detuvimos un par de kilómetros antes del mirador principal para asomarnos al cañón y contemplar su grandiosidad. Tiene 4.160 metros de desnivel en su pared norte. Éste es uno de esos lugares imposibles de describir. No hay foto, palabra o película capaz de reproducir la impresión que causa el tamaño de aquellos cerros, el vértigo al asomarse a la profundidad a que discurre el río, el aire limpio y el sonido o, mejor dicho, la falta de sonido cuando te alejas del grupo, te quedas solo y, mirando al vacío, llegas a percibir el silencio.


Aún hay vegetación a 3.600 m.s.n.m.

Sendero sobre el Cañón del Colca


Caminamos aquel sendero en silencio, ascendiendo de un mirador a otro, esperando con inquietud la aparición del cóndor. Despacio, administrando el aire con prudencia por el temor al soroche. Hasta que, poco antes de llegar a la Cruz del Cóndor, alguien avistó uno y empezó el revuelo en el gallinero de turistas: "¡Por allí, por allí!". "¡Mira, corre, ven!".

Y allí estaba. Por fin. Como una cometa se acercaba desde la pared de enfrente hacia nosotros sin inmutarse con nuestros saltos y carreras. Un individuo adulto, enorme, con su espalda blanca a la vista cuando giraba y se exponía al sol. Tres metros de envergadura  que pasaban sobre nuestras cabezas sin un aleteo, sin un ruido, salvo la admiración que conseguía sacar de nuestras bocas abiertas. Detrás otro y otro más. No conseguí reaccionar para tomar una buena foto pero, a pesar de ello, creo que algo os puedo mostrar.


Por fin apareció como una cometa sobre nuestras cabezas

El cóndor, señor de los Andes


Impresionados por el espectáculo habíamos permanecido allí más tiempo del programado y no queríamos hacer caso de las llamadas de nuestro guía y de nuestro chófer que se impacientaban barruntando la hora de comer. A regañadientes tomamos las últimas fotos en la Cruz del Cóndor y volvimos a la combi para el regreso a Chivay, haciendo alguna breve parada en el camino en aquellos puntos donde el paisaje de terrazas se hace más hermoso.

Andenerías del valle del Colca. A la izquierda se ve un corrimiento reciente

Muchacha cabana con alpaca y halcón


Comimos en Chivay algo más decente que la cena del día anterior y todo el grupo celebró satisfecho el éxito de la expedición. Tras la comida tocaba el regreso a Arequipa. Pero antes despedimos a los neoyorkinos que enlazaban con otro tour con destino a Cuzco y Machu Picchu. Suerte de jubilados que tienen el tiempo, la salud y el dinero suficientes para recorrer el mundo sin prisa.


El camino de regreso es como el de todas las excursiones. De pronto te sientes melancólico y somnoliento y ves pasar el paisaje por la ventanilla con nostalgia como si ya pertenecieras a esta tierra. Curiosamente me doy cuenta de que hay gran cantidad de eucaliptos, parece que se dan bien por aquí a pesar de la altitud y algunos rincones del camino me recuerdan mucho a Cantabria.

Pues ¿no son las tetas de Liérganes?


Peter nos va mostrando algunos puntos de interés como el Nevado Mismi, una de las fuentes del río Amazonas o la montaña Patapampa, el punto más alto del tour en donde quedó nuestra apacheta. Dejamos atrás la laguna de Pampa Blanca con sus rebaños de llamas y alpacas. Adormilados cruzamos de nuevo la Reserva de Salinas y Aguada Blanca pero ya no alcanzamos a ver vicuñas y el paisaje pierde la escasa vegetación para volverse desértico primero y convertirse luego en un inmenso pedregal desmoronado por los sismos.

Un camión accidentado que bloqueaba la carretera nos retuvo durante una hora en el camino antes de retornar a nuestro hotel en Arequipa y despedirnos de Peter, de los demás compañeros y de este maravilloso y fugaz tour que tantas cosas nuevas nos ha enseñado.


Puedes ver más fotos de este día en la siguiente dirección:
http://picasaweb.google.com/CerecedaAtarama/13?authkey=Gv1sRgCLPjwurW3sDt8gE#