martes, 15 de febrero de 2011

Regreso a Santander


Todo llega y todo pasa. Nuestro último día en Piura ha llegado. Muy temprano recogemos en el hostal y D. Santiago nos despide con un cariñoso abrazo: "Vuelvan pronto y tráiganme noticias de España". Un último paseo, la última comida, el último mango. Todo sabe a despedida. Adiós Alex, trabaja duro y estudia más duro aún, éste es tu último año de carrera y tenemos que volver para tu graduación. Adiós Andy, suerte y que todo te vaya muy bien ahora que te vas de casa a ganarte tu futuro en la Escuela Militar. Adiós Adier, lo hemos pasado muy bien contigo esta Navidad. Adiós abuelo Neptalí, resiste un año más. Adiós Piura.

Tenemos el vuelo a Lima a las ocho de la tarde. Revisamos las maletas y a las cinco y media nos vamos al aeropuerto. La Suegrita nos acompaña, apurando los momentos de estar juntos. Aún no han abierto el mostrador de facturación de Peruvian Airlines y aprovecho para pesar las maletas: 23 kilos una y 23´600 la otra. ¡No puede ser!, nos pasamos del peso. Antes de tener el más mínimo problema prefiero abrir la maleta con sobrepeso y sacar un bote de champú y una crema solar. "Querida suegra: Toma unos regalos de última hora". Peso de nuevo: 23. Perfecto. Cuando abren el mostrador estamos los primeros. Al facturar nos preguntan si enlazamos con un vuelo internacional. "Sí, volaremos mañana con Iberia a Madrid". "Pues sepan que pueden llevar hasta 40 kilos más". "¿Qué? ¿Y nos lo dicen ahora?". Rápida como liebre la Suegrita nos dice: "Ya no me pidan que les devuelva mi champú".

También nos informan de que nuestro vuelo saldrá con media hora de retraso. Pues tenemos dos horas y media libres y aquí no hacemos nada así que vámonos al Chalán a tomar unos helados y nuestro último jugo de mango. Concertamos precio de ida y vuelta con un taxista del aeropuerto que nos lleva hasta el Chalán de la Plaza de Armas y que allí mismo aguardaría hora y media hasta que decidimos volver. Para hacerle la espera más dulce le llevamos al carro un granizado de mango que agradece muy simpático pues la tarde es calurosa. Merendamos rico helado, paseamos por la plaza, muy concurrida a esta hora y regresamos al aeropuerto. Adiós Rosa Luz, cuídate mucho y no estés triste, ahora te vas a quedar como una reina. Estaremos en contacto todos los días con el messenger.

De noche, todo oscuro, el vuelo es muy aburrido. Llegamos a Lima pasadas las nueve y media. D. Manuel no puede recogernos, se le ha averiado el taxi. Ursula tuvo que sacar de la cama a Daniel. Pobre Daniel, había pasado la tarde alternando con sus compañeros y apenas había dormido una hora cuando le hicimos poner el piloto automático para recogernos en el aeropuerto y llevarnos al Gran Bolívar. Muchas gracias Ursula por traernos nuestro certificado con la apostilla de La Haya. Mira, nosotros te traemos chifles piuranos, los mejores. Y vaya si estaban buenos los chifles, desaparecieron en el trayecto al hotel. Teníamos planeado cenar juntos y despedirnos de Alexis pero es muy tarde, Chorrillos queda lejos, luego habría que traernos de nuevo y Daniel está muy cansado. Es mejor dejarlo para otra ocasión. Adiós Alexis, tú también has de estudiar duro, ahora es tu turno para preparar el acceso a la universidad. Adiós Daniel, muchas gracias por todas las atenciones que has tenido con nosotros y perdónanos por quitarte tu descanso. Adiós Ursula, que tengas un lindo embarazo, nosotros también te queremos mucho. Besos para Danielito y Danielita. Que no nos olviden si tardamos en volver.

La vigilancia policial en el Centro Histórico de Lima se retira a las diez así que cenamos junto al hotel un pollo a la brasa con incakola y nos vamos a dormir. Esta vez nos han hecho caso y nos dan una buena habitación, bonita, limpia y tranquila. Una música suave, muy tenue, llega como eco lejano, ¿de dónde sale?, busco y busco hasta dar con la fuente, viene de la propia mesita de noche. Que original, me gusta pero la apago y dormimos de un tirón hasta las siete.


La mesita de caoba tiene su propia radio


Por la mañana viene D. Manuel a vernos al hotel. Lamentablemente no ha podido reparar el radiador del carro. Nos trae un paquete con regalos de Navidad para entregarle a Marco en España. Adiós D. Manuel, dele nuestros recuerdos a la Sra. Zoila. Por cierto, ¿sabe lo que nos cobra el taxi del hotel al aeropuerto?, 40 soles, bueno, 35 regateando. Más del doble de lo que le pagamos a usted. Eso si, el carro es de primera, todo hay que decirlo. De camino al aeropuerto vemos a la policía de tránsito que está poniendo una papeleta (multa) a un conductor y nuestro taxista comenta irónico: "Ahora tienen que sacar para el panetón".

Once y media de la mañana. Nuestro avión nos va enseñando cómo la gran Lima se va quedando chiquita. Adiós Lima. Adiós Perú. Ahora nos toca sufrir la clase turista, nada que ver con el vuelo que nos trajo a Lima. Poco espacio, mucho ruido, comida pobre. Nueva comprobación experimental de la teoría de la relatividad: El tiempo no transcurre igual para un pasajero que se desplaza en business o para el que se desplaza en turista, los minutos del turista son de unos 75 segundos. Así que al llegar al destino los turistas somos un 25 % más viejos que los business. Más viejos y más deteriorados. ¡Qué le vamos a hacer!. Paciencia.

A las pocas horas de vuelo el día despejado nos permite ver el espectáculo inmenso de la Amazonía brasileña. El río Amazonas se retuerce antes de llegar a Manaos. Completamente plano, de color arcilloso, se curva y revuelve más que una serpiente y en algunos meandros refleja el cielo y las nubes como un espejo. Precioso.


Ahí abajo, meandros del  Amazonas

Y si lo bueno se pasa, también se pasa lo malo. Tras once horas de malestar, malcomer y maldormir llegamos a Madrid, a las siete y media de la mañana hora española. Muy buena hora. Control de pasaportes, desplazamientos y tren bajo la pista para cambiar del terminal satélite al T4. Todo sin novedad. A las once y media tenemos vuelo para Santander y antes de las doce y media estamos en Parayas, en donde ya nos espera Raquel para llevarnos a casa. Muchas gracias Raquel, no sabes la alegría que nos da verte.

Hola casa. Ya estamos de vuelta.

Podéis ver más fotos de este día pinchando en siguiente enlace: