lunes, 10 de enero de 2011

Adiós Arequipa. Hola Piura



Hemos disfrutado tanto y hemos visto aquí tantas cosas nuevas que no podemos despedirnos de Arequipa. Preferimos pensar en un hasta pronto y soñar que algún día volveremos. De nuevo tenemos todo el equipaje preparado a primera hora pero hoy no hay prisa por ir al aeropuerto, aún tenemos tiempo y podemos dar un último vistazo a la ciudad. Así que, después de desayunar, subimos al Puente de Fierro.

Desde el puente tomamos una vista en redondo de Arequipa, a la que llaman la ciudad blanca pensando en el color claro del sillar, la piedra volcánica con que están construidos sus edificios coloniales. Pero la realidad de ese calificativo no está en la piedra si no en su origen. Arequipa fue levantada por los españoles en un emplazamiento nuevo, aquí no existía antes ningún asentamiento indígena por lo que desde su origen fue una ciudad "de blancos". Pero tampoco es un error verla hoy como una ciudad clara, llena de luz, limpia y blanca.


Llegados al aeropuerto y una vez facturadas las maletas, me llamó la atención la claridad con que se ven desde aquí los volcanes. No lo pensé dos veces, vi una puerta abierta y salí a la pista de aterrizaje para hacer unas fotos. Un empleado me llamó la atención: "¡Señor, señor, no puede estar aquí!, mire que me juego el puesto". Y, en ademán de volver a entrar, le expliqué: "Es que hoy se ve el Misti mejor que nunca", a lo que, sonriente y orgulloso de su volcán, me invitó a tomar más fotos, eso si, acompañándome como medida de seguridad.

La Chachani (nevado), el Misticito (ni se ve) y el Misti (a la derecha)

Aquí el Misti es masculino - siempre está erguido- y la Chachani es femenina pues es de mayor tamaño, tiene varios cráteres y sus cuatro cimas tenían nieves perpetuas que eran el velo blanco de la novia. También tienen su leyenda de amor y entre ellos surge un minúsculo cerro con la forma cónica del Misti, es el Misticito, el hijo de ambos. Digo que tenían nieves perpetuas por que ya no sobreviven al verano por causa del calentamiento global. En 2008 la Chachani perdió los últimos restos glaciares, algo que ya había ocurrido un año antes en las cimas del Misti y del Pichu Picchu.

El vuelo salió puntual y el viaje de regreso a Lima, con nueva escala en Cusco, estuvo entretenido, llegando a Lima antes de la hora prevista. La compañía Star Perú nos había asegurado que no íbamos a tener ningún problema con el enlace en Lima para el vuelo de Peruvian a Piura. Ellos mismos se harían cargo de nuestros equipajes y de trasladarnos directamente a la sala de embarque sin necesidad de pasar de nuevo por los trámites aeroportuarios y así agilizar el transbordo. Para ello nos habían dado ya en Arequipa las tarjetas de embarque de ambos vuelos y los voucheres (resguardos) del equipaje para su recogida en Piura. Nos mintieron descaradamente. Nadie nos esperaba en Lima para acompañarnos a la sala de embarque y, de casualidad, vimos salir nuestras maletas por la cinta  de recogida. Nuevo cabreo, nueva reclamación y ningún resultado.  Tuvimos que coger las maletas e ir corriendo al mostrador de facturación de Peruvian Airlines, entregando los equipajes por los pelos, gracias a que, a su vez, llevaban también algo de retraso y pagando nuevamente las tasas aeroportuarias en Lima. En Perú las tasas de salida de los aeropuertos no van incluidas en el precio de los billetes, las abona cada viajero antes de embarcar. Los responsables de Star Perú son en realidad unos irresponsables y unos mentirosos. En fin, ya es mejor dejarlo pasar.

Nuevos controles de embarque y nuevo vuelo. Esta vez con Peruvian Airlines, una compañía de la que se habla muy bien en los foros de internet pero que no tiene muy buen aspecto. Nuestro avión parecía un poquito viejo y falto de mantenimiento. No pude evitar pensar que si lo que está a la vista no luce muy bien, qué será de lo que no se ve. Los asientos están algo apretados, las tapicerías deterioradas y alguna tobera de aire estaba rota y taponada con servilletas de papel. Las atenciones a bordo son similares a las de Star Perú, el menú es igual y lo entregan en una cajita con el mismo formato de la que solo cambia el logotipo. Parece que ambas compañías compartieran algunos servicios. De hecho, los billetes electrónicos nos habían sido remitidos por la misma empresa comercializadora


El vuelo hacia el norte seguía la línea de la costa peruana. El sol que se había puesto poco antes del despegue volvió a salir por el mismo mar al tomar altura. Bajo nosotros había algunas nubes negras y, entre éstas y el mar, el sol que les daba un color rojo fuego haciéndonos el efecto de estar sobrevolando un mar de lava. Lentamente se fue oscureciendo y la noche apagó nuestra ventanilla como quien apaga la tele.

Sobre las ocho y media sobrevolábamos Piura, un gran conjunto de luces anaranjadas en medio de la oscuridad del desierto. Nada nos resultaba familiar pero algo por dentro nos tranquilizaba. Ya estábamos en casa.

El aire de la noche estaba caliente, nuestras maletas salieron sin novedad y el taxista nos aguardaba a la puerta. Teníamos muchas ganas de dejar las cosas en el hostal y llegar a dar la sorpresa en casa. Por la ventanilla del taxi empezaban a aparecer sitios conocidos, Castilla, el Puente Bolognesi, la Avenida Grau, el Chilcal y finalmente el Hostal Santa Clara. D. Santiago salió a la puerta a darnos la bienvenida con abrazos como los viejos amigos encantados de reencontrarse, estaba deseoso de conocer novedades de España. Nos había reservado la misma habitación de otros años. Subimos a dejar los equipajes y asearnos un poco para salir enseguida. A la puerta nos aguardaba D. Santiago buscando conversación pero nosotros teníamos otro plan más urgente. Nerviosos, cansados, excitados, contentos, ilusionados, íbamos camino de Las Mercedes imaginando las caras de sorpresa cuando nos vieran aparecer.



Llegados a la casa tocamos el timbre escondiéndonos como niños, una, dos, tres veces. Casi somos nosotros los sorprendidos. Sólo Alexis estaba en casa haciendo limpieza y cuidando del abuelo Neptalí. La alegría de vernos le compensó del mosqueo con que salía a abrir la puerta sin ver a nadie. Al parecer todos los demás habían ido a una charla de preparación del bautizo de Andy y de Adier, otra gran sorpresa para nosotros.

Alexis telefoneó a su mamá diciéndole que era importante que regresara cuanto antes a casa con la excusa de que había llegado un amigo a verle y tenían que hacer urgentemente un trabajo escolar. La suegrita no estaba muy convencida pero atendió a la llamada y regresaron. Al sentirles entrar nos escondimos. Andy llegó hasta la cocina pasando por nuestro lado sin darse cuenta. De repente aparecimos y se desataron los gritos, el desconcierto, las risas, los abrazos, las emociones y las lágrimas. En estos momentos no se puede ser reportero y parte, así que sólo fui parte. Los besos se atropellaban con las palabras, las lágrimas no eran tristes y del ahogo se pasaba a la euforia y de nuevo al abrazo que poco a poco fue dejando sitio a la complacencia y a las frases más calmadas que contaban las anécdotas del viaje, de las sorpresas, de la propia situación y... de la maleta roja.

Porque no he hablado de la maleta roja pero a los de Piura les mantuvo en vilo durante días. Una de nuestras maletas, la más pesada, vino a Perú cargada de regalos y en Lima se la dejamos a Ursula para que la enviara a Piura con un capitán que viajaba antes de la Navidad. El caso es que nuestras noticias llegaron a Piura antes que nosotros y para disimular y no romper la sorpresa, después de un cúmulo de malentendidos, Ursula envió la maleta a Piura días antes de nuestra llegada, pero sin la llave que guardábamos nosotros. Ellos creyeron que la misteriosa maleta roja contenía regalos de Navidad que enviábamos desde España al no poder viajar nosotros personalmente y, claro, lo primero que le reclamaron a Ursula fue la llave. Ella les daba largas diciendo que se había olvidado y que la enviaría como pudiera pero la llave no llegaba y la curiosidad les impacientaba de modo que no sé cómo fueron capaces de contenerse esos días sin forzarla. Todos demostraron ser buenos chicos y allí estaba la maleta sana y salva con todo su misterioso contenido esperando a que nosotros lo fuéramos repartiendo en bonitos regalos que colocar bajo el árbol de esta Navidad de 2010.

Y así, conversando y riendo, se nos hizo tarde. Buenas noches. Ya estamos en Piura. Mañana nos vemos.


Hay más fotos de este día en la siguiente dirección:
http://picasaweb.google.com/CerecedaAtarama/15?authkey=Gv1sRgCMSVv-D6-5CeOQ#