Después de los excesos de la comida en el restaurante Típika paseamos por sus jardines de bonitos rincones en donde tomamos aliento antes de salir a dar un primer vistazo a la ciudad.
En uno de esos rincones tenían puesto un nacimiento pero no lo habían instalado al modo peruano. Acá la costumbre es montar el belén dejando vacío el pesebre pues el Niño aún no ha nacido. En la Nochebuena, a partir de las doce, se coloca al Niño Manuelito en su sitio, se cena, se celebra y se abren los regalos de Navidad.
Tras un par de intentos por levantarme de este cómodo banco, al tercero lo conseguí y pudimos salir a dar un paseo en nuestro primer contacto con esta bella ciudad del sur de Perú. Aunque el cielo está ligeramente nublado, Arequipa se ve limpia y luminosa. Todos los edificios son bajos, de una o dos alturas y se pasea con comodidad. Encontramos una calle semipeatonal que nos llevaría hasta la misma Plaza de Armas.
A los pocos minutos del paseo, aparecen las torres de la Catedral y su espectacular Plaza de Armas.
Arequipa, a 2.325 m.s.n.m. en su Plaza de Armas, fué fundada por los españoles en 1540 como la Villa de la Asunción de Nuestra Señora en el hermoso Valle de Arequipa, a orillas del río Chili, en un emplazamiento dominado por varios volcanes activos como el Misti, La Chachani o el Pichu Picchu. La ciudad tiene actualmente una población censada de más de 61.500 habitantes.
La Plaza de Armas, de planta cuadrada, está presidida por la Catedral y cercada por edificios porticados, todo ello construido con piedra volcánica de un color muy claro. A esta hora de la tarde aparece bulliciosa y muy concurrida. Nos gustó mucho. Recorrimos todo su perímetro haciendo muchas fotos y, para enseñárosla mejor, decidimos hacer un vídeo desde su jardín central. Espero que os guste.
Podéis ver este vídeo en mayor tamaño en YouTube, simplemente pinchando sobre él.
Arequipa se ve diferente a otras ciudades de Perú, está más civilizada, mejor urbanizada, se ven mejores carros (coches), se maneja (conduce) mejor, la mayoría de los taxis te ceden el paso en los pasos de peatones, cosa que no ocurre en Lima ni en las demás ciudades que conocemos y las calles y edificios públicos están más cuidados. Esta es una zona próspera del Perú. Vive en buena medida del turismo y cuida al turista, sobre todo al turista que no se descuida.
Arequipa se ve diferente a otras ciudades de Perú, está más civilizada, mejor urbanizada, se ven mejores carros (coches), se maneja (conduce) mejor, la mayoría de los taxis te ceden el paso en los pasos de peatones, cosa que no ocurre en Lima ni en las demás ciudades que conocemos y las calles y edificios públicos están más cuidados. Esta es una zona próspera del Perú. Vive en buena medida del turismo y cuida al turista, sobre todo al turista que no se descuida.
Nuestro paseo se va ampliando por las calles adyacentes a la Plaza de Armas, una calle peatonal muy comercial, otras iglesias y regreso a la plaza para sentarnos en las escaleras al frente de la Catedral a descansar y ver pasar a la gente.
Reanudamos el paseo curioseando por las tiendas de artesanía y pronto notamos que las hay de dos tipos: las buenas, carísimas y las de turistas que no ofrecen artesanía sino unos productos industrializados algo cursis, bastante malos y en su mayor parte hechos en China. Tanteamos precios en varios sitios pujando por cosas similares y comprobamos que todo se puede regatear hasta un 30 % más barato. Aún así nos quedamos con la pena de no poder comprar algunas prendas de lana de alpaca baby, la más fina, muy bonitas y de un tacto muy agradable pues, con descuento y todo, continuaban resultandonos bastante caras.
Al poco, visitando la Iglesia de La Compañía, descubrimos una serie de tres preciosos claustros, conectados interiormente, recién restaurados y dedicados ahora a galería comercial, Los Claustros de La Compañía. Allí encontramos varias tiendas y algo que no se ve mucho por aquí y nos venía haciendo falta, una cafetería con café de verdad. Se llama Café y Vino y su simpático dueño, François, es un francés de Burdeos, casado con una arequipeña y al que se veía feliz presumiendo de vivir todo el año en manga corta. Al vernos entrar apostaba con su esposa sobre mi nacionalidad. Ella me juzgaba gringo americano pero François acertó preguntándome directamente si era español y al decirle que sí, de Santander, nos comentó que conocía Laredo. Volvimos varias veces a tomar con ellos su rico café.
Claustros de La Compañía |
Recorrimos muchos sitios, hablamos con la gente, sudamos la camiseta y lo pasamos muy bien. Pero vamos a dejar varias cosas para contaros en capítulos aparte. Por un lado La Casa de Tintín, por otro la excursión al Colca y otro más para el Monasterio de Santa Catalina, un antiguo convento de monjas de clausura, ahora abierto al público, con su ciudadela interior en la que algunas monjas eran propietarias de sus casas. Este último nos llevó una mañana entera visitarlo. Por suerte, al salir encontramos -¡cómo no!- un buen restaurante, italiano en esta ocasión, en donde nos sirvieron unos spaghetti al pesto excelentes y unos postres deliciosos: Pie (pastel) de manzana con helado y crocante de guanábana.
En el Cafés y Vinos |
Recorrimos muchos sitios, hablamos con la gente, sudamos la camiseta y lo pasamos muy bien. Pero vamos a dejar varias cosas para contaros en capítulos aparte. Por un lado La Casa de Tintín, por otro la excursión al Colca y otro más para el Monasterio de Santa Catalina, un antiguo convento de monjas de clausura, ahora abierto al público, con su ciudadela interior en la que algunas monjas eran propietarias de sus casas. Este último nos llevó una mañana entera visitarlo. Por suerte, al salir encontramos -¡cómo no!- un buen restaurante, italiano en esta ocasión, en donde nos sirvieron unos spaghetti al pesto excelentes y unos postres deliciosos: Pie (pastel) de manzana con helado y crocante de guanábana.
Podéis ver más fotos de este día en la dirección: