sábado, 25 de diciembre de 2010

La Casa de Tintín



A veces ocurre, en medio de las contrariedades y del cansancio del camino, surgen oasis que te sorprenden agradablemente y te invitan a detenerte y descansar. A nosotros nos ha ocurrido hoy al encontrar este hotel en Arequipa: La casa de Tintín.

Reconozco que no es fácil encontrar en Perú un hotel de calidad a un precio razonable. Y es más difícil aún cuando, como en nuestro caso, visitamos una ciudad por primera vez sin tener más referencias de los alojamientos que la información publicada en internet, información que habitualmente no es actual o no se corresponde bien con la realidad. Pues en La Casa de Tintín toda la información que se ofrece en su web www.hoteltintin.com resulta cierta y la realidad es aún mejor de lo que cabe esperar al leer su página.

Llegamos a Arequipa sobre las once y media y ya nos esperaba en el aeropuerto un taxi seguro que nos llevaría directo al hotel por tan solo 15 soles (unos 4 euros). Tras una atenta recepción nos dieron a elegir la habitación de nuestro gusto. Espaciosa, con baño completo, con una limpieza esmerada, bien vestida y con variados detalles de buen gusto. La habitación tenía una terracita con una bonita vista del río Chili cruzado por el Puente de Fierro, una curiosa estructura diseñada por Gustave Eiffel, el mismo de la torre parisina. Y tranquila, sobre todo una habitación tranquila, a la que no llega el ruido del tráfico, tan solo el rumor del río y el canto de los pajarillos que, en este tiempo, anidan en el jardín.

Detalle de la habitación para 3 personas. Bien abrigada pues, a esta altitud, la temperatura de noche es fresca

Detalle del cuarto de baño muy bien equipado

La Casa de Tintín está situada al sur de la ciudad, junto al río Chili, ahí donde éste es atravesado por el Puente de Fierro, apartada del bullicio urbano pero suficientemente cerca de todo. Nosotros hemos ido todos los días caminando hasta la Plaza de Armas en tranquilos paseos de unos veinte minutos. En alguna ocasión nos llamaron a un taxi seguro que nos llevó hasta el centro por cuatro soles (muy poco más de un euro).

El río Chili y el Puente de Fierro

Todos sus ambientes están bien cuidados y resulta muy agradable recorrer sus rincones y descubrir sus detalles decorativos, subir a su terraza y contemplar cómo los primeros rayos del sol pintan de naranja las cimas del Misti y de la Chachani o simplemente sentarse a desayunar en ese comedor, sobre el jardín, mirando el ir y venir de los pájaros. Allí estuvimos observando una pareja de insectívoros que había anidado entre la lantana y todo el día andaban llevando lombrices que sacaban del césped. Nadie sabía su nombre pero su comportamiento era igual que el de nuestros mirlos, cantaban por la mañana como nuestros mirlos, incluso trataban de llamar la atención de los intrusos que se acercaban a su nido para alejarlos, igual que nuestros mirlos. Con un tamaño y forma similares, solo su color pardo y su pico amarillo eran diferentes a los nuestros. Así pues, y a falta de una correcta identificación, decidimos bautizarlos como "mirlos arequipeños".

Terraza del jardín con la decoración navideña

Llama la atención ver una chimenea en Perú pero no hay que olvidar que
estamos a 2300 metros de altitud y los inviernos deben ser bien frescos

Detalles de buena artesanía

No podía faltar en su casa. En un lugar preferente, una bonita talla de Tintín


El hotel lo lleva personalmente su dueña, Ana, una mujer encantadora, profesional y detallista que nos estuvo mimando de tal manera que nos hizo sentir como amigos invitados más que clientes. Atenta siempre a nuestros gustos para hacernos los desayunos y las cenas más agradables. Porque ésta es otra de sus virtudes, es una excelente cocinera que prepara las brochetas más jugosas y deliciosas de Arequipa y todas las tardes nos las servía en una mesa muy bien puesta, con velas encendidas y acompañadas de frescos juguitos de mango.

La hora de la cena

Nos pareció simpático uno de los detalles de la habitación, un colgante cerámico de campanitas de barro con forma de cholitas (campesinas andinas). Tanto que pensamos en comprar algo parecido para llevar de regalo a España. Ana nos indicó en un plano todas las tiendas de artesanía de Arequipa y allá nos fuimos en busca de las cholitas. Encontramos cerámica, textiles, tallas, orfebrería, encontramos de todo, menos las cholitas. Pues para nuestra sorpresa, el día de la despedida, Ana nos obsequió con un precioso colgante de cholitas. ¿Cómo agradecer estos detalles tan bonitos como inesperados? Nuestro agradecimiento está en divulgar su buen hacer y la calidad de su establecimiento con nuestras fotos y nuestras palabras, estas palabras que ahora os cuentan las anécdotas de este viaje.

Las cholitas

Soy mal fotógrafo y esta vez no acerté con una buena foto de recuerdo. Pido perdón pero no puedo dejar de presentaros a nuestra anfitriona Ana.

Luz y Ana

El propio hotel se ocupó de hacernos la reserva para un tour de dos días por el Valle del Colca, con una empresa local de confianza. Además, durante el tour, se encargaron de la custodia de nuestros equipajes y descontaron el precio de la noche que no dormimos en Arequipa aunque nos reservaban la misma habitación para nuestro regreso. Tour que resultó emocionante y que os contaremos con mucho gusto otro día.

La Casa de Tintín, desde el Puente de Fierro


Una mañana subimos al Puente de Fierro para tomar mejores fotos de los volcanes y descubrimos que es una atalaya inmejorable sobre Arequipa y su campiña.


El Misti dominando Arequipa, desde el Puente de Fierro

Otro día, paseando por el barrio de Vallecito, comenzamos a oír música que no sabíamos de dónde salía, se escuchaba por las calles, iba, venía. Hasta que, al volver una esquina, nos encontramos ésto:


Curioso, realmente curioso. Otro País, otras costumbres pero ¿a que es bonito?.

A todos los que queráis conocer Arequipa o pasar unos días en esta bella ciudad o recomendamos de corazón este alojamiento: La Casa de Tintín. Os gustará mucho.

Podéis ver más fotos de este capítulo en:

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